El papel de la artista por María Teresa Constantín
Flichman va de la exploración técnica a tos ecos de la historia a partir del pegado de trozos de papel. Las obras de Silvia Flichman no tienen titulo. Probablemente la intención de la artista es concentrar al espectador, sin guías de lectura, sin sugerencias, en el silencio de la contemplación de la obra.
Un primer abordaje de sus trabajos muestra la exploración del pegado de papel sobre diferentes soportes. Papel de arroz, barrilete o de molde, en general de una particular ligereza, son impregnados de una preparación de cola con agua y fijados sobre el soporte. La blandura obtenida permite la arruga, el amontonamiento, la acumulación de transparencias. Luego, barniz o Pintura muy diluida cubren el soporte y producen nuevas emergencias. En otras obras el procedimiento consiste en cubrir con pintura y limpiar luego: el color queda retenido en las arrugas del material, como si se tratara solo de un rastro producido por el tiempo. Ese primer gesto de pegado casi expresionista da lugar luego al surgimiento de formas más controladas: a veces un complejo trabajo de transparencias cubre todo el soporte, otras veces la forma generada por el pegado cae desde lo a1to de la obra como en una catarata, o crece desde abajo.
Sus trabajos recientes, más depurados, se estructuran a partir de un núcleo central, unos grafismos negros, que abrazan el formato del soporte y se instala en un campo, vació. A veces una obra revela el pegado de un trozo de una carta familiar: elegido por la calidad del papel, incorpora, como a pesar de la artista, el rastro de la caligrafía de los afectos y la obra se carga de nuevos sentidos. Así, entre el automatismo del gesto que la liga a la tradición del surrealismo y la exploración de las posibilidades técnicas.
Flichman busca en el terreno sutil de lo sensible.
María Teresa Constantin