Sunday, July 28, 2013
La poesía visual de Silvia Flichman. por Luis Felipe Noé
Suelo decir algo que profundamente creo: la pintura es esencialmente abstracta porque sus elementos constitutivos –línea, color y espacio- son connotativos antes que denotativos. Lo que es figurativo es el mundo que nos rodea y nosotros mismos. Es así que la pintura tiene la posibilidad de, si el artista quiere, de llegar a ser hiperrealista en base a la coordinación de esos elementos o mezclar los elementos abstractos con los figurativos o también quedar en el dominio de la abstracción. Sin embargo, en el siglo XX, junto con la afirmación de la pintura abstracta se agregó un cuarto elemento el collage, con el cual se puede lograr una nueva imagen en base a imágenes anteriores.
Recuerdo todo esto para referirme a las obras de Silvia Flichman en las cuales el espacio escenario –la superficie blanca de la tela- es privilegiado con el propósito de hacer danzar a la línea entre colores que (musicalmente diría) la acompañan. Lo curioso es que como metodología prima en sus obras el collage, pero Silvia atomiza la imagen referencial (si es que la tiene) dado que lo que le interesa es la sensorialidad de los papeles a los que apela para ir constituyendo la obra.
Las pinturas de Silvia logran así un encanto muy particular: las imágenes que nos brinda son el testimonio, muy refinado por la sensibilidad, de la vida vivida no siempre gozosa. Pero sus obras, aunque algo melancólicas, sonríen con ironía. Y lo muy propio de ella es que es un ejemplo de poesía visual, porque utiliza todos los elementos indicados de una manera esencial para abstractamente referirse a la vida como quien dijera “amor”.
Luis Felipe Noé / 2008
Sunday, June 15, 2008
El papel de la artista por María Teresa Constantín
Flichman va de la exploración técnica a tos ecos de la historia a partir del pegado de trozos de papel. Las obras de Silvia Flichman no tienen titulo. Probablemente la intención de la artista es concentrar al espectador, sin guías de lectura, sin sugerencias, en el silencio de la contemplación de la obra.
Un primer abordaje de sus trabajos muestra la exploración del pegado de papel sobre diferentes soportes. Papel de arroz, barrilete o de molde, en general de una particular ligereza, son impregnados de una preparación de cola con agua y fijados sobre el soporte. La blandura obtenida permite la arruga, el amontonamiento, la acumulación de transparencias. Luego, barniz o Pintura muy diluida cubren el soporte y producen nuevas emergencias. En otras obras el procedimiento consiste en cubrir con pintura y limpiar luego: el color queda retenido en las arrugas del material, como si se tratara solo de un rastro producido por el tiempo. Ese primer gesto de pegado casi expresionista da lugar luego al surgimiento de formas más controladas: a veces un complejo trabajo de transparencias cubre todo el soporte, otras veces la forma generada por el pegado cae desde lo a1to de la obra como en una catarata, o crece desde abajo.
Sus trabajos recientes, más depurados, se estructuran a partir de un núcleo central, unos grafismos negros, que abrazan el formato del soporte y se instala en un campo, vació. A veces una obra revela el pegado de un trozo de una carta familiar: elegido por la calidad del papel, incorpora, como a pesar de la artista, el rastro de la caligrafía de los afectos y la obra se carga de nuevos sentidos. Así, entre el automatismo del gesto que la liga a la tradición del surrealismo y la exploración de las posibilidades técnicas.
Flichman busca en el terreno sutil de lo sensible.
María Teresa Constantin
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